jueves, 5 de abril de 2018

FERMENTADOS: NUTRICIÓN SIMBIÓTICA PARA EL EQUILIBRIO INTESTINAL Y DE TODO TU ORGANISMO



Desde la antigüedad la medicina tradicional, como la china, la ayurveda o la hipocrática han considerado unos intestinos sanos como fuente de salud y longevidad. En la cultura japonesa la zona del bajo vientre a unos cinco centímetros por debajo del ombligo, denominada Tanden o “mar de Ki”, simboliza el centro de gravedad y equilibrio de la persona. Asimismo en la antigua Grecia Hipócrates de Cos, padre de la medicina en occidente, ya advertía hace más de 2400 años que “toda enfermedad comienza en los intestinos”. A continuación veremos qué hay de cierto en todo esto y que rol juega la Nutrición Simbiótica, y en especial los alimentos fermentados, en nuestra salud.

El concepto “simbiótico” apunta a la relación de apoyo mutuo existente entre el ser humano y los más de cien mil billones de microorganismos que lo habitan, es decir, ¡hasta 10 veces más de microbios que células humanas! La Nutrición Simbiótica propone construir una relación solidaria con estos microorganismos a través de una alimentación integral y consciente.

Este tipo de alimentación permite tomar conciencia del “conjunto” para nutrirnos adecuadamente, dedicando especial atención a los microorganismos beneficiosos que forman parte de nuestra microbiota o flora intestinal, muchos de ellos compañeros de viaje desde hace millones de años. 

Numerosas investigaciones en el campo de la ciencia han demostrado que los intestinos junto a la flora intestinal hacen mucho más que participar en la digestión de los alimentos, estando directamente relacionados con otras muchas funciones que afectan al resto del organismo como son la modulación nerviosa, la respuesta inmunológica y la actividad metabólica. Y es que unos intestinos debilitados y una flora intestinal desequilibrada están implicados en muchas de las dolencias que experimenta actualmente la sociedad moderna como desórdenes nerviosos, enfermedades autoinmunes, infecciones, alergias, problemas digestivos, intolerancias alimentarias, deficiencias nutricionales y obesidad. 

Dado que, a grandes rasgos, las dos funciones principales de los intestinos son constituir la calidad de nuestra sangre a través de la absorción de los nutrientes de los alimentos digeridos y evacuar la materia fecal no aprovechable resultado de la digestión, podemos hacernos a la idea de cuán importante es mantenerlos en buenas condiciones para proveer satisfactoriamente a nuestras células de energía y evitar llevar un monto de “basura” acumulado en nuestras entrañas. Además la pared intestinal supone una barrera entre el medio externo (luz intestinal) y el interno (fluidos vitales y órganos), por lo que su debilitamiento puede permitir el acceso de sustancias no deseadas hacia la sangre.

Asimismo existen multitud de especies bacterianas asociadas a una flora intestinal sana que viven con nosotros desde que nacemos en una relación de simbiosis y beneficio mutuo, en la que cuidan de nuestra salud poniendo “orden” en nuestros intestinos a cambio de “techo y comida”.

Con nuestros hábitos, especialmente con la alimentación, influimos directamente en el tipo de microorganismos que van a formar parte de nuestra flora intestinal. A modo ilustrativo podemos distinguir entre “dos bandos principales”, el primero presidido por bacterias fermentativas que degradan y se alimentan de la fibra presente en los vegetales, y el segundo por bacterias putrefactivas implicadas en los procesos de descomposición de la carne y las proteínas. 

Las primeras, en especial las bacterias acido lácticas, promueven un entorno intestinal favorable, estando implicadas en la producción de sustancias beneficiosas como ácido láctico, ácido butírico, vitaminas del grupo B y K, enzimas digestivas, y bacteriocinas. Este tipo de bacterias junto a otros microorganismos regenerativos se encuentran de forma natural asociados a los vegetales. Y es precisamente cuando fermentamos los vegetales que se produce el gran milagro de la vida: ¡las bacterias acido lácticas se multiplican por miles de millones! dando lugar a un alimento vivo, que se conserva en su propio jugo y con más nutrientes que recién cogido del huerto. 

En contraposición las bacterias putrefactivas, aunque necesarias en su justa medida, son las responsables de olores desagradables y de la producción de sustancias tóxicas e irritantes para nuestro organismo como amoniaco, cadaverina y putrescina, así como de impedir el aprovechamiento de algunos nutrientes esenciales. Este tipo de microorganismos se encuentran naturalmente en cadáveres de animales muertos y en los intestinos de animales carnívoros y carroñeros. El consumo de proteína animal contribuye a su proliferación en nuestros intestinos. 
La Nutrición Simbiótica apuesta por una dieta variada rica en fibra y fitonutrientes presentes en los alimentos integrales de origen vegetal. Estos van a favorecer tanto el metabolismo celular como el crecimiento de bacterias simbióticas fermentativas, las cuales mantienen un entorno intestinal saludable e impiden el sobrecrecimiento de microorganismos patógenos y pre-patógenos asociados a procesos inflamatorios y de putrefacción intestinal.

Los alimentos fermentados son el alimento simbiótico por excelencia, predisponen un “terreno” biológico regenerativo y mejoran la ecología del cuerpo:

  • Aportan microorganismos regeneradores de la mucosa y la flora intestinal
  • Proporcionan enzimas digestivas y micronutrientes biodisponibles como vitaminas del grupo B y K
  • Son fáciles de digerir y favorecen la digestión del resto de los alimentos
  • Favorecen la asimilación de nutrientes esenciales
  • Estimulan la motilidad intestinal y combaten el estreñimiento
  • Favorecen el metabolismo celular
  • Contribuyen a la eliminación de toxinas y deshechos acumulados
  • Dificultan la proliferación de flora putrefactiva y microorganismos patógenos
  • Fortalecen nuestro sistema inmunológico
  • Fomentan nuestro bienestar psicoemocional

Cuidar nuestra alimentación e incluir alimentos fermentados vivos (sin pasteurizar ni cocinar) habitualmente en nuestra dieta contribuye en gran medida a mantenernos sanos.  Cultiva Vida, cosecha Salud.

Mario Sánchez Écija – Naturópata
Colaborador Cursos de Fermentados en Aula de Estudios de La Biotika
labiotika.es

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